miércoles, 14 de marzo de 2007

Rarezas

Recojo el guante de Miss Frey, fiel lectora de mi blog arrítmico y hecho a golpes de fulgor nocturno, para destapar las rarezas que tengo. Dicha declaración tan falta de pudor proviene de un juego que consiste en encomendar a dos conocidos tuyos, a ser posible bloggeros, la misión de exponer sus rarezas. Como estoy hecho principalmente de curiosidad y de palabras acepto el reto. Como nota introductoria el sobrenombre por el que me conoce mi mejor amiga es "niño raro", así que no tendré que ficcionalizar demasiado. ¡Con lo que me gusta a mí mezclar ambas cosas y que no se sepa ya cuál es cuál! En fin...

1. Siempre quise ser un niño tuberculoso. De esta manera, en el silencio de la noche podría despertar a mi familia con toses acompañadas de rostro macilento, sudor frío y debilidad general. Es una de las enfermedades que más cuidado permanente necesitan, y además de eso tiene cierta belleza decadente. Principal hándicap: no nací en el siglo XIX.

2. Invento palabras o les doy a las ya existentes un nuevo significado.
Ejemplo de las primeras está "tener la sueñota": que es tener tanto sueño que no puedes levantarte a "echar la pota". Acotación: echar la pota es vomitar en España, y me surgió a través de la experiencia de una noche en la que estuve enfermo del estómago.
Ejemplo de las segundas es una nueva acepción de "romo": como persona plana, poco inteligente, que no da más de sí vamos, en cuanto a conversación, pensamientos etc..
Espero que haya muchos bloggeros que también se inventen palabras, ya que yo tengo la impresión de que con las palabras que tenemos a veces no podemos expresar lo que llevamos dentro.

3. Suelo coger las cosas de una manera diferente. Ejemplos: el boli, la cuchara, el tenedor. Debido a la manera con la que cojo el boli suelo escribir de una manera tan enérgica que, al apretar el boli, el reverso de la hoja parece braille. A veces tengo serias dudas de si es braille de verdad o no. Si lo fuera sería una rareza "estrella". Un amigo definió a mi manera de escribir como la de una vidente invocando espíritus.

4.Duermo en la más completa oscuridad. Si no, no me duermo.

5. Mi color favorito es el gris.

6. Creo ser la única persona del mundo que en una noche de pedo tuvo una llave embadurnada de chocolate pegajoso, un llavero de Tintin igual de embadurnado que parecía Kunta-Kinte, un móvil ídem pero sin las teclas número 5 y la de responder llamada-apagar móvil, un padre llamando a ese móvil, un autobús mirándome fijamente y preguntando por qué no respondía a la llamada, una negra africana en ese mismo autobús explicándome a qué tecla se ha de presionar para responder al móvil y un monóculo( único cristal de las gafas que quedaba vivo, ya que el otro se me cayó y no lo pude encontrar...)
P.D: en una de esas grandes ideas que se tienen en esa clase de noches, me metí dos onzas de chocolate, que me ofrecía una amiga para subir el azúcar, en el bolsillo y me dormí...

Creo que eso es todo. Aunque probablemente me dejé casi todo lo demás.

martes, 6 de marzo de 2007

Tan profundamente en el bosque


Kafka a Milena: " Usted se queja de algunas cartas, dice que les da la vuelta por todos los lados y nada cae de ellas, y sin embargo son ésas, justamente ésas, si no me equivoco, en las que yo me sentía tan cerca de usted, tan subyugado en mi sangre, tan subyugador de la suya, tan profundamente en el bosque, tan reposado en la calma que uno realmente no quiere decir nada, salvo, por ejemplo, que el cielo se divisa entre las ramas de los árboles, nada más, y una hora después uno repite lo mismo, y sin embargo no hay en esta frase " una sola palabra que no haya sido cuidadosamente meditada".

El bosque, la sangre y la palabra. Tres conceptos que siempre han estado unidos a mí, tan dentro de mí que casi nunca los he reunido objetivamente para darles forma, inaprensibles e incapaces de soportar la mera visión o el sonido que provocan ellos mismos al entrechocar.
Aletargados e inmóviles se ponen en funcionamiento al contacto con el fragmento. Todos llevamos dentro momentos en los que nada se puede decir, y lo que se dice son palabras que inexplicablemente siempre han estado allí, palabras que sonarían a hueco en otro momento no sólo nos acercan a lo que somos sino que son lo que somos. Por eso están tan meditadas, inconscientemente han ido ganando terreno moviéndose entre nuestras sombras, alimentándose de ellas hasta llegar a acercarse a lo que cada uno lleva en su interior. Esa palabra muda resonará en nuestra cabeza cuando todo se haya marchado y estemos solos en el bosque con nuestra ya reposada sangre. Ni siquiera llegaremos a saber lo que significa. Seremos esa palabra.

Un genio anda suelto

Así se titula una película que acabo de ver. La protagoniza un pintor genial en un Londres lleno de reglas que contradicen sus instintos por el arte como única realidad posible en la vida. En una de sus escenas, la típica solterona resabiada inglesa, pero en el fondo de buen corazón, le dice: "Deberían meterte en un asilo". A lo que el contesta: "No pueden. Vivo en una casa flotante". Ante el estallido de la frase, renacieron mis recuerdos sobre cosas flotantes concentrados en un proyecto que albergamos mis amigos mexicanos y yo: "The floating islands institute", o "el instituto de las islas flotantes". Debido al interés lunático de un yankee multimillonario por las islas flotantes, sospecho que un Cyrano de Bergerac decadente por el excesivo consumo de hamburguesas, tenemos una remota oportunidad de crear un instituto sobre las islas flotantes con su dinero. Así y bajo esa tapadera, la gente nomal y puerilmente adocenada "lavaría" el dinero. Nosotros "limpiaríamos" las palabras. Ya de paso, incluiríamos algún artículo entre nuestras numerosas publicaciones sobre alguna isla flotante para que todo continuara de la misma manera. De alguna manera, eres intocable en una isla o un territorio flotante porque nadie cree en tu existencia. Como el territorio de los blogs, académicamente sin entidad física, somos invisibles y flotantes. Nos tendríamos que hundir bajo el peso de los congresos que aceptan nuestras ideas a regañadientes, o que nos miran incrédulos ante lo que ellos llaman castillos en el aire. Nosotros mismos, como hicimos Jimmy y yo ante una isla flotante con constatable "entidad física" en una laguna en Burgos, miramos bajo nuestros pies y tememos hundirnos, al ver que nuestros pies se encharcan de agua y bajan diez centímetros de su estado natural. Pero no nos hundimos. Y es simplemente porque habitamos un territorio invisible para los que han dejado de soñar. Sus raíces se entrecruzan fundiéndose con las de palabras vividas, soñadas, o imaginadas en un sueño raro del que no te acuerdas pero sabes que está ahí, llamando a tu puerta cuando te descuides y te des la vuelta. Porque cuando pruebas estar en él y no te hundes, ya no lo abandonarás jamás, ya que unas palabras te llevarán a otras y así por siempre... El territorio se volverá cada vez más firme, pero siempre tendrás la impresión de que un junco cederá y caerás al agua. Nunca cederá, porque lo invisible nos mueve y lo visible nos fija.

El "chicle" japonés

Últimos días de Berlín. Restaban ya los últimos coletazos de una fiesta, que había tenido comida española, vino, risas y una más que variopinta comunidad internacional, que iba desde una punta a otra del globo. En la mesa, mi amigo Pepe y yo intercambiábamos sonrisas cómplices, que luego en soledad se convertían siempre en carcajadas estruendosas, al conocer la última noticia de un Japón desorientado y ordenado, tradicional y postmoderno pero, sobre todo... no fácilmente entendible.
El caso es que ahora se comían una especie de chicle en Nochevieja sin masticarlo, y algunos - y apunto yo, lógicamente- se ahogaban.... Impagables los momentos en los que Sakiko, propensa a las onomatopeyas para explicar conceptos, nos deleitaba con su ninonino.., para explicarnos que venía la ambulancia a llevarse al que se estaba ahogando al hospital. Pero el japonés medio, parte de una sociedad tan rara como pragmática, no contento con eso y antes de llamar al hospital utilizaba la aspiradora, sí, eso tan cotidiano y pueril que todos tenemos, para meterle el tubo por la boca e intentar extraerlo. Después nos dijeron que siempre había algunos muertos el 1 de Enero por esa razón. Aunque yo sinceramente no me puedo creer que los haya si juntamos varios conceptos ya anteriormente apuntados: la seguridad que tienen sus tradiciones, exentas de todo riesgo para la salud, la proverbial rapidez oriental y la sagacidad e inteligencia al juntar dos elementos tan dispares como un ahogado y una aspiradora: esa, digámoslo así, capacidad de integrar el objeto útil y rutinario a la urgencia de la situación.
Y nosotros, pobres mortales, atragantándonos en Nochevieja con raspas del pescado, y usando la aspiradora para limpiar...

Atelierwand


Deambulaba por la Alte Nationalgallerie un poco con la misma sensación que me produjo algún museo británico, demasiada pintura holandesa con ganas de hacer que un cuadro sea una fotografía. Al contrario de lo que alguna gente cree, la expresión "parece que cobra vida" no tiene sentido en un cuadro si parece una foto. Sólo la profundidad, el claroscuro y una apariencia de cuadro te puede hacer pensar en que si que cobra vida. Y es simplemente porque no altera su naturaleza para conseguir los efectos deseados. Sigue siendo un cuadro, lo ves de cerca de lejos y desde todos los ángulos y sigue siendo un cuadro. Al mismo tiempo es algo más. De repente y girándome 360 grados al contemplar algo que me produjo una sensación de asco, que se tradujo en una expresión de: por qué andaré por la vida si en cualquier te momento te puede ocurrir cualquier desgracia en forma de cuadro, que sin ningún tipo de rubor te salte a la cara..? Expresión que haría saltar sin duda la carcajada de Desigual... Y de repente este cuadro me atrapó. Es de alguna manera para mí, el tipo de fragmentación deseada, las líneas del brazo están en reposo aunque el brazo derecho vaya a realizar una acción sin ningún tipo de prisa, sin importar que no exista la cabeza, o lo que haya alrededor. La figura ha encontrado su propio orden en un mundo ambiguo, oscuro y fragmentado. El espectador tiende a sentirse incómodo, no por la falta de la cabeza en mi opinión, sino porque esa figura ha encontrado su sitio en el espacio. Mucha gente se retiraba al ver el cuadro, dirigiéndose hacia la luz de un cuadro que representaba una batalla en la cual medio cuadro era cielo azul. Llenos de luz, como mosquitos alrededor de una lámpara esperando a que la luz se apague, no encontraban su sitio en el espacio. Sonreí a las sombras. Mi día ya era completo.

"El berlinés errante" ¿Radiografía de un sueño?

Berlín: una ciudad tomada por punkies, bicis y perros no descansa nunca. Al contrario de otro tipo de ciudades el contraste es tan grande que tiende a desbordarse. En el Este, que es donde vivo, la gente toma la calle, en el Oeste calle toma a la gente. El Oeste es un lugar demasiado alemán, las calles son muchos más grandes y anchas, los colores son tranquilos, todo es majestuoso y cuidado, nada puede salirse del orden establecido. Es bonito, pero abruma un poco, sólo un carácter alemán de bigotes enérgicos y mente despejada como los retratos de generales que abundan en la Alte Nationalgalerie puede soportarlo largo tiempo. El Este es movimiento: la gente se reúne en la calle los Domingos para hablar tomando una cerveza o ir a los múltiples "flohmärkte" o rastros, las bicis te pueden atropellar, los perros van medio sueltos... Los estudiantes, por ejemplo, hacen de estudiantes independientes perfectamente, arrastrando con dignidad sus bicis malheridas por el tiempo y el óxido: compañeros inseparables. De hecho, hasta les ponen candados, aunque en mi opinión nadie en su sano juicio querría robar "eso", ellos se los ponen. Aunque bien mirado el responsable del Film Technik Museum, en donde hay todo tipo de medios de locomoción antiguos, podría estar al acecho de alguna de las miles de bicis de estudiantes para colocarla con una etiqueta que ponga "1893. Berlin Oest". Natürlich Oest, de que otro lado podría venir.
Y así, imaginándome a un ser con pinta de carcelero medieval: nariz gacha, ojos fieros y penetrantes, gabardina negra semiocultando una joroba curtida tras mucho patear las calles de Berlín, la frente perlada por un sudor frío e incómodo, que se seca y se vuelve a humedecer según vaya encontrando bicis dignas de colocar en su museo, se me pasa el tiempo que tarda en hacerse la tortilla de patatas en casa de Pepe. Al final sólo vendrá un convidado: Manako, que agradecido público se ríe por todo y se come una parte muy gustosa.
Nosotros con fiesta española, y el "berlinés errante" destripando bicis en Berlín... Es la una ya. La lluvia repiquetea en el alféizar.Todo ha sido un suenyo. No quiero despertar.

Berlín. El comienzo

Berlín. 9 de Septiembre. La mejor ciudad del mundo se prepara para recibirme. Yo, ajeno a todo ello leía un libro en alemán en el avión bastante fino y más accesible que la alta literatura. Un diccionario verde de la marca Pons se revolvía cada vez que no entendía alguna palabra o expresión. Buscaba muchas palabras, incluso algunas que entendía por el contexto sólo por aliviar de vez en cuando la presión sobre mi rodilla. Pienso que aunque sea raro usar un libro muy grande para entender uno pequeño es lógico con el universo en el que vivimos. La literatura nace de la libre asociación, de la capacidad de transmitir conocimiento, expresión y belleza a través de un caos que entra directamente en lo invisible de cada uno. No está hecha para entenderse, sino para fallar intentando entenderla, para sentirla. De ahí que se necesiten diccionarios, enciclopedias y todo tipo de manuales para poder guardarla, para poder ponerle riendas y que se quede tranquila, mansa. A mi lado, mientras el diccionario languidece entre mis dedos, cansados ya de aguantarlo, dos alemanas hablan sin parar: su hormigueo incesante hace que me entre sueño, hasta que una de ellas abre una bolsa marrón y arrugada, de éstas que las películas americanas nos han enseñado que sólo pueden contener vasos de plástico de café, y saca una manzana. La manzana reluce de una manera especial, casi cinematográficamente un brillo diminuto va avanzando en intensidad hasta llegar al borde, mientras yo con ojos de niño y completamente hipnotizado observo todos sus movimientos a cámara lenta. Mordisco y diccionario abren el sonido. La alemana se me queda mirando, sonríe y me empieza a hablar. Miro hacia abajo y el diccionario se ha abierto al caer por una de mis palabras favoritas: allmählich(paulatinamente). Siento que todo vuelve a empezar.

La marcha muelle de la pantera o la destrucción de un poema

Aquí cuelgo uno de mis poemas favoritos en una buena traducción que le puede hacer justicia a Rilke perfectamente. Tranquilos, ya mostraré después las malas. De momento disfrutad:

LA PANTERA

Su vista está cansada del desfile
de las rejas, y ya nada retiene.
Las rejas se le hacen innumerables
y el mundo se le acaba tras las rejas.


Blando andar de flexibles fuertes pasos,
y girar en el más pequeño círculo
como danza de fuerza por un centro
en que su voluntad se halla aturdida.


Sólo a veces se alza el mudo telón
de sus pupilas. Luego entra una imagen,
va por la tensa calma de sus miembros
y se extingue al llegar al corazón.


Bueno, hasta aquí el poema. El principal problema radica en que si me hubiera encontrado "esto otro", que ahora escribiré, la primera vez que lo leí, me habría parecido tal pozo de inmundicia el poema en sí, que no creo que lo hubiera superado en mucho tiempo, sin ayuda psiquiátrica se entiende....


Aún así no queda ahí la cosa, ya que he encontrado bastantes traducciones que ofrecen una rivalidad interesante en el ya conocido por todos concurso "A ver quién lo hace peor". Y aunque es más difícil elegir lo "más feo entre lo feo" que al revés, mi olfato- y nunca mejor dicho, debido al hedor que desprenden dichas traducciones ha querido elegir ésta:

LA PANTERA( o eso dice el traductor)

Su mirada está del paso de las rejas
tan cansada, que no retiene ya objeto alguno.
Para ella, es como si mil rejas hubiera
y detrás de las mil rejas ningún mundo.



La marcha muelle de trancos dúctiles y recios
girando de un ínfimo círculo en la nada
es como una danza de fuerza en torno a un centro,
en que se yergue una voluntad narcotizada.



Sólo a veces, permite en silencio la apertura
a la pupila el velo. - E ingresa una figura:
por la tensa calma de los miembros va a correr,
para en el corazón cesar, luego, de ser.




Tremendo ¿verdad?. Pasemos a analizar los mejores momentos de dicha traducción. La expresión "estar de" en español es como mínimo desafortunada, ya que la primera imagen que te viene es que la pantera está de las "rejas" hasta los mismísimos, cosa ésta que difiere notablemente del mensaje del autor.

Pasemos a "la marcha muelle de trancos dúctiles y recios". Ja,ja,ja. ¿A qué es bueno?

La pantera, según se desprende en este verso se va de marcha, de excursión o de la también llamada "marcha muelle", que probablemente provocaría hilaridad entre las personas que se acercaran a verla al zoo, no sólo por dicha "marcha muelle" sino por su medio de transporte en zancos, por muy dúctiles y recios que éstos fueran.


Dejo a la imaginación de cada uno, ya que somos seres eminentemente visuales, el formarse la imagen libremente de una pantera saltando con un muelle encima o incrustado en la tripa, mientras anda con los trancos en un cuanto menos difícil equilibrio...

Luego en el penúltimo verso tenemos la expresión "por la tensa calma de los miembros va a correr". ¿Adónde va a correr? Es que es ridículo, no es lo mismo recorrer que es lo que pegaría o simplemente "va" como en la traducción buena que correr.

Además es una sensación la que "recorre" sus miembros sin importar el tiempo que tarde, no un campeonato de sentimientos y sensaciones por ver quién llega primero a recorrer los ya doloridos miembros de la maltratada pantera.

Para acabar como muestra un botón. Comparen:

Las rejas se le hacen
innumerables y el
mundo se le acaba
tras las rejas.

VS

Para ella es como si
mil rejas hubiera y
detrás de las rejas
ningún mundo.


La de abajo es tan narrativa que dan ganas de seguir: "y detrás del mundo estaba la pantera con su pequeño amigo el lince..."

Vamos, no me jodas.

Mi primer día en el gimnasio

No hay nada como no haber pisado nunca un gimnasio, exceptuando en los lejanos días del colegio, y entrar a uno de repente. El monitor te mira fijamente varias veces como no creyéndose tu aparición entre posters de Jean Claude van Damme y un Stallone deslucido con unos pantaloncitos rojos ridículos, de gimnasio franquista de potro y espalderas...
Aún así, e imagen kitsch aparte, el monitor te acompaña durante toda la primera sesión empezando por la cinta. La cinta. Lo primero que aprendes de ella es que da igual a la velocidad que la ponga al principio, la cinta es un gran monstruo que te va a intentar tragar por todos sus medios posibles- que son muchos- y que además cuenta con ¡¡¡la inestimable ayuda del monitor!!!. Ahora comprendes su sonrisa a medio camino entre pérfida y pueril, sonrisa de vaca pastando cultivada entre miles de horas aburridas hasta la extenuación, viendo músculos subir y bajar. Es la sonrisa de alguien que ha pasado las horas muertas rumiando su malicia, hasta que después de mucho tiempo logró dar forma al plan: crear al hombre-máquina. ¿Qué hay mejor que un conejillo de indias para ese propósito? En lo que debieron de ser entre cinco y diez segundos me cambia la velocidad de andando a andando deprisa, de footing a corriendo... No logro ver nada, todo se funde a mi alrededor: la máquina entra en mí. Mientras, el batiburrillo que debieron formar piernas, palancas, cinta y botones se hace más espeso. Sufro una visión. Siento con extraordinaria crudeza que ya nadie va a poder separarnos cuando me baje de la máquina y que la gente correrá sobre mí, pensando que mi espalda es una cinta de correr o que los botones son parte de mis labios. Oigo una voz lejana y todo vuelve a la normalidad gradualmente, apagando la pesadilla. La máquina se para, y el monitor me dice que igual me mareo un poco al bajar. ¡Un poco! ¡Me encantan los eufemismos de los gimnasios! Al intentar dar el paso final que me libre de la máquina me siento como Neil Armstrong en su primer contacto con La Luna, más que sin ninguna bandera que clavar ni ninguna gloria que esperar. Vamos... que menos por mis movimientos astronáuticos no me parezco en nada a Neil Armstrong... El monitor se gira en redondo y me dice: ¿Tú nunca has hecho la mili, no?

lunes, 5 de marzo de 2007

El fósforo y la prisa

El fósforo arde deprisa, esperando en vano que en su momento de arder y por tanto morir, la llama haya merecido la pena. A la palabra le ocurre lo mismo.
De hecho, no hay nada como vivir esta época para que al instante la gente te pida palabras: instantáneas, ligeras, ingrávidas.. Lo importante es que no hayan pasado mucho tiempo por el cerebro para que no lleguen a significar algo, pasando del vértigo del significado apresurado al abismo de la aceleración continua de palabras. Sólo logran que se fundan colores, que nada sea azul, ni rojo, sino que al instante todo sean fragmentos que se entrecrucen y que mirados desde diferentes ópticas puedan brillar. ¿Cedemos a la fragmentación? Puede ser que la respuesta sea sí, pero que esa fragmentación no venga dada desde fuera, sino desde dentro de nosotros. Por ejemplo el silencio. Para mí, el silencio es como una fina capa de hielo debajo de nosotros, que va resquebrajándose poco a poco sin que nos demos cuenta, alimentándose de que en realidad nadie espera el ruido en ese momento. Últimamente lo que nos sorprende es el silencio, no el ruido, pero el silencio siempre existió antes. Acechándonos y mirándonos desde lejos a escondidas con una media sonrisa clavada en su rostro. Incrédulo, pero esperándonos...