martes, 6 de marzo de 2007

Un genio anda suelto

Así se titula una película que acabo de ver. La protagoniza un pintor genial en un Londres lleno de reglas que contradicen sus instintos por el arte como única realidad posible en la vida. En una de sus escenas, la típica solterona resabiada inglesa, pero en el fondo de buen corazón, le dice: "Deberían meterte en un asilo". A lo que el contesta: "No pueden. Vivo en una casa flotante". Ante el estallido de la frase, renacieron mis recuerdos sobre cosas flotantes concentrados en un proyecto que albergamos mis amigos mexicanos y yo: "The floating islands institute", o "el instituto de las islas flotantes". Debido al interés lunático de un yankee multimillonario por las islas flotantes, sospecho que un Cyrano de Bergerac decadente por el excesivo consumo de hamburguesas, tenemos una remota oportunidad de crear un instituto sobre las islas flotantes con su dinero. Así y bajo esa tapadera, la gente nomal y puerilmente adocenada "lavaría" el dinero. Nosotros "limpiaríamos" las palabras. Ya de paso, incluiríamos algún artículo entre nuestras numerosas publicaciones sobre alguna isla flotante para que todo continuara de la misma manera. De alguna manera, eres intocable en una isla o un territorio flotante porque nadie cree en tu existencia. Como el territorio de los blogs, académicamente sin entidad física, somos invisibles y flotantes. Nos tendríamos que hundir bajo el peso de los congresos que aceptan nuestras ideas a regañadientes, o que nos miran incrédulos ante lo que ellos llaman castillos en el aire. Nosotros mismos, como hicimos Jimmy y yo ante una isla flotante con constatable "entidad física" en una laguna en Burgos, miramos bajo nuestros pies y tememos hundirnos, al ver que nuestros pies se encharcan de agua y bajan diez centímetros de su estado natural. Pero no nos hundimos. Y es simplemente porque habitamos un territorio invisible para los que han dejado de soñar. Sus raíces se entrecruzan fundiéndose con las de palabras vividas, soñadas, o imaginadas en un sueño raro del que no te acuerdas pero sabes que está ahí, llamando a tu puerta cuando te descuides y te des la vuelta. Porque cuando pruebas estar en él y no te hundes, ya no lo abandonarás jamás, ya que unas palabras te llevarán a otras y así por siempre... El territorio se volverá cada vez más firme, pero siempre tendrás la impresión de que un junco cederá y caerás al agua. Nunca cederá, porque lo invisible nos mueve y lo visible nos fija.

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