martes, 6 de marzo de 2007

El "chicle" japonés

Últimos días de Berlín. Restaban ya los últimos coletazos de una fiesta, que había tenido comida española, vino, risas y una más que variopinta comunidad internacional, que iba desde una punta a otra del globo. En la mesa, mi amigo Pepe y yo intercambiábamos sonrisas cómplices, que luego en soledad se convertían siempre en carcajadas estruendosas, al conocer la última noticia de un Japón desorientado y ordenado, tradicional y postmoderno pero, sobre todo... no fácilmente entendible.
El caso es que ahora se comían una especie de chicle en Nochevieja sin masticarlo, y algunos - y apunto yo, lógicamente- se ahogaban.... Impagables los momentos en los que Sakiko, propensa a las onomatopeyas para explicar conceptos, nos deleitaba con su ninonino.., para explicarnos que venía la ambulancia a llevarse al que se estaba ahogando al hospital. Pero el japonés medio, parte de una sociedad tan rara como pragmática, no contento con eso y antes de llamar al hospital utilizaba la aspiradora, sí, eso tan cotidiano y pueril que todos tenemos, para meterle el tubo por la boca e intentar extraerlo. Después nos dijeron que siempre había algunos muertos el 1 de Enero por esa razón. Aunque yo sinceramente no me puedo creer que los haya si juntamos varios conceptos ya anteriormente apuntados: la seguridad que tienen sus tradiciones, exentas de todo riesgo para la salud, la proverbial rapidez oriental y la sagacidad e inteligencia al juntar dos elementos tan dispares como un ahogado y una aspiradora: esa, digámoslo así, capacidad de integrar el objeto útil y rutinario a la urgencia de la situación.
Y nosotros, pobres mortales, atragantándonos en Nochevieja con raspas del pescado, y usando la aspiradora para limpiar...

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