jueves, 26 de abril de 2007

Existir en domingo

Gombrowicz en su diario: "Haría todo esto si lograra invocar el espíritu... Pero no me siento con fuerzas suficientes... Por desgracia, hace tres años abandoné el arte puro, pues mi género no es de los que se puede practicar a salto de mata, o los domingos y días festivos. Me he puesto a escribir este diario sencillamente para salvarme, por miedo a la degradación y a un total hundimiento entre las olas de la vida trivial que ya me está llegando al cuello. Pero resulta que tampoco en esto soy ya capaz de esforzarme plenamente. No se puede ser una nulidad durante toda la semana para ponerse a existir el domingo. Señores periodistas, y vosotros, honorables parlanchines y espectadores, no temáis nada. Por mi parte ya no hay peligro de que sea presumido o incomprensible. Igual que vosotros y que el mundo entero, me precipito hacia el periodismo".

Y así, entre carcajadas ante salidas tan irreverentes como ésta se me va pasando el diario.Me doy cuenta de que Gombrowicz tiene una manera física de escribir, de tratar a la palabra. Al igual que en Ferdydurke los personajes son descritos mediante una sucesión de muecas que distorsionan la forma, esta cita también me parece una mueca a su existencia de oficinista en Argentina. Un giro mordaz dedicado a todos los que buscan una escritura libre de aristas y de esquinas en las que el lector pueda perderse gustoso y ponerse a existir.
Al igual que Gombrowicz intentaba salirse de esa existencia que le impedía escribir pero no intentarlo el Domingo, el lector ha de hacer lo mismo. El objetivo siempre será el mismo: vivir la existencia que uno de verdad quiere encontrando el camino a base de "ponerse a existir". La pregunta es: ¿cuántos días de la semana tienes? Yo me solidarizo con Gombrowicz y me pregunto: ¿será el domingo suficiente?..

martes, 17 de abril de 2007

Gombrowicz. Diario


Tras mi lectura del diario de Kafka y no pudiendo resistir más el hambre de encuentro postergado, me lancé ante el único ejemplar que quedaba en La Casa del Libro del diario de Gombrowicz y, sin reparar en gastos- Gombrowicz no lo permitiría- me hice con él.
No puede haber dos diarios más diferentes en su enfoque hacia el público. Gombrowicz lo estructuró en capítulos para que cada uno de ellos fuera publicado en la revista Kultura. En el caso de Kafka si mandó quemar su obra.. ¡Imagínense su diario! La escritura en el diario de Kafka es reconcentrada, telegráfica, cuidando no salirse de las esquinas de su mundo para así ser él mismo en ella. La de Gombrowicz se abre al mundo, desbordante y deseosa de explicar al mundo de individuo a individuo qué es el arte, qué es Polonia y quién es él, para ya de paso entenderlo él mismo.

Él desea el contacto, Kafka lo rehúye. Este Gombrowicz combativo, inconformista, ácido hasta decir basta, eterno niño que ante el lenguaje no se harta de jugar es un modelo a seguir para todos los que son como Gregorio en "El pato salvaje": el número trece a la mesa. La piedra en un zapato que no termina de encajar en él y no un zapato con una piedra que hay que sacar.
Su juego se convierte entonces en el de un niño al que al quitarle la pelota, se enrabieta y lucha contra su entorno para luego crearse su propia pelota y molestar mientras juega. Luchando contra la estructura rígida de las palabras secuestradas por la crítica y por el orden, él impone su nuevo juego, su nuevo lenguaje con la inmadurez como bandera de la libertad. ¿Quién se puede resistir a esto? Me voy a jugar.